Por fin, ya iba siendo hora!!!. Después de seis meses desde nuestra última aventura, aquella que nos llevo a la Cueva de los Chorros en Riopar, hemos vuelto a organizar otra salida. Parecía que estábamos parados, que se nos había terminado la cuerda ... pero no, seguimos en marcha, con más salidas y con más proyectos, aunque este año por motivos laborales y otras obligaciones, no dispondremos de tanto tiempo para salir como nos gustaría. Pero bueno, vamos a lo que interesa.
Esta
vez hemos decidido visitar el tan conocido (o al menos por esta zona)
Avenc Ample, situado en la localidad de la Vall d'Ebo, provincia de
Alicante. Se trata de una sima que viene siendo utilizada como
escuela y en la que, no hace tanto, se produjo uno de esos
acontecimientos que, todavía hoy, aún siguen siendo posibles en la
espeleología. Y es que allá por el 2001 se descubrió un nuevo
paso, a través de una gatera bastante angosta, a una nueva sala
repleta de formaciones que da continuidad a la sima. Este hallazgo
fue protagonizado por Ricardo Bolta, del Centro Excursionista de
Gandía.
El
día nos amanece gris y lluvioso, pero esto no nos hace desistir, ya
que la amenaza de lluvia no parece muy seria. Como de costumbre,
salimos temprano y quedamos en vernos a la entrada de la localidad de
Pego, ya que unos salimos desde Valencia y otros desde L'Ollería.
Esta vez los osados fuimos Jose Luis, Tomás, Manuel y Jose M. Ros,
Juanma y Jose. En total una hora y media de coche, que se hace un
poco larga debido a las ganas que tenemos todos por llegar y ponernos
manos a la obra, bueno, manos a la cuerda. Nuestro buen amigo Ros,
que ha estado hace poco por la zona, es quien nos conduce desde Pego
hasta el Avenc, que está situado muy cerca del camino de acceso.
Nada más llegar, vemos que hemos coincidido con un par de grupos
más, lo cual es bastante habitual en esta cavidad y, tras equiparnos
y llevar todo el material a la boca de acceso, nos disponemos a
almorzar antes de entrar en faena. Así, lo que venga a continuación,
que nos pille con el estómago lleno.
Empezamos
a instalar las cuerdas y, justo cuando nos disponemos a bajar, se
pone a lloviznar, pero tiramos p'abajo sin hacer demasiado caso a la
climatología. La boca es de grandes dimensiones, con una abertura de
unos 25 m, y presenta varias vías para realizar la instalación de
la cuerda. Debido a la primera lluvia caída, los alrededores están
muy resbaladizos, por lo que hay que extremar las precauciones en la
aproximación a la vertical. Nosotros decidimos hacer dos
instalaciones y utilizar vías que tiene varios fraccionamientos,
así, al tiempo que no perdemos la práctica en estas maniobras,
agilizamos un poco la progresión por la cuerda. La sima principal
tiene casi 60 m de profundidad y cabe decir que hay una de las vías
que baja prácticamente en volado hasta su base. Las vías que
nosotros utilizamos para bajar terminan justo en la cima del
montículo que forma la base de este pozo principal. Nada más llegar
a la base, nos damos cuenta que hay algunas zonas señalizadas con
cinta, debido a que en esta cavidad crece una especie de helecho
endémico de esta localidad y que es conocido con el nombre de
"Lengua de Ciervo". Hay que ser cuidadosos con el entorno
para que estas rarezas no lleguen a desaparecer.
De
dos en dos vamos tomando suelo y coincidimos con la gente de los
otros grupos que van llegando desde otras vías de acceso. Mientras
esperamos al resto de compañeros, los que llegamos primero vamos
valorando ya el siguiente paso: la gatera Bolta. Se trata de un paso
de unos 7 m de longitud y bastante estrecho en algún punto del
recorrido. La entrada a la gatera se encuentra elevada, a unos 5 m
del suelo, en la parte más baja de la base del pozo principal y para
poder acceder a ella hay instalada una cuerda que sirve de apoyo para
remontar. Ahí empiezan a aflorar los temores por los comentarios y
videos relativos a la extrema dificultad del paso, pero, según vamos
progresando, nos damos cuenta que no es para tanto. Si que es verdad
que resulta bastante incómoda y sinuosa y con algún punto muy
ajustado, pero con paciencia y técnica se pasa bien. Eso sí, es
mejor quitarse el arnés y el material de progresión para evitar
enganchones y atascamientos.
La
gatera termina descendiendo un pequeño resalte encajonado de un par
de metros y que desemboca en otro de unos 7 m que da acceso a la sala
CEG. Este último resalte está equipado con un pequeño pasamanos y
un par de cuerdas bastante deterioradas y que llegan muy justas al
suelo. Nosotros recomendamos llevar el equipo de progresión y una
cuerda de unos 15 m para poder equiparlo y continuar de forma segura.
Lo
que viene a continuación te deja con la boca abierta y es casi
indescriptibl: Una de las salas más bonitas en las que hemos estado
hasta el momento, con unas dimensiones muy amplias y un recorrido muy
considerable, y que está repleta de formaciones de todo tipo. En
ella se pueden pasar horas y horas observando y fotografiando
estalactitas, estalagmitas, columnas, coladas, excéntricas, gours
... e incluso algunos pequeños lagos con un agua tan limpia y
cristalina que resulta casi imperceptible a simple vista. Hasta tal
punto esto es así que, si uno no anda atento, se da cuenta de la
existencia del agua cuando ya ha metido el pie dentro. Por mucho que
queramos describirlo con palabras, no es posible llegar a imaginarlo,
y para apreciarlo en todo su esplendor hay que estar allí.
Tras
hacer un sin fin de fotos y videos, y de recorrer toda la sala, llega
el momento de desandar lo andado y volver, atravesando otra vez la
"dichosa" gatera, al pozo principal para emprender el
ascenso. Al igual que en la bajada, vamos subiendo de dos en dos,
pero esta vez el ritmo es algo más lento, pues el cansancio se va
notando ya. Sin prisa pero sin pausa vamos llegando arriba, entre
bromas y comentarios de lo que hemos visto. Los últimos van
desinstalando y recuperando el material, ayudados por los compañeros
que ya han terminado de ascender. Después ... un pequeño respiro y
a los coches; volvemos a casa.
Esta
ha sido una salida muy especial, pues la espera y el esfuerzo
invertido han merecido la pena sólo por ver los tesoros que esconde
el mundo subterráneo. Y para terminar, aunque han pasado ya unos
cuantos años, desde aquí queremos dar las gracias y nuestro
reconocimiento a Ricardo Bolta y al CEG por este descubrimiento para
el colectivo espeleológico. Un lugar inolvidable y único donde
seguir escuchando el silencio con tan buenos compañeros de viaje.
Veremos cuál va a ser el siguiente.
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